Conocer, valorar y disfrutar de los vinos rosados
Uno de los vinos más clásicos, junto a los tintos y blancos, son los vinos rosados. Se elaboran desde siempre, pero muchas veces han sido tratados como los “patitos feos” del vino y generalmente han sido considerados vinos más simples o vulgares. Sin embargo los rosados son muy polivalentes, se elaboran en una amplia gama de estilos y pueden proporcionar grandes placeres.
Existen vinos rosados de todas las calidades, desde los más sencillos hasta vinos de mucha complejidad, con crianza en barrica y de guarda, aunque casi todos los que se producen en el mundo son vinos diseñados para consumo temprano de un perfil fresco, afrutado y amable, óptimo para las épocas de mayor calor.
La calidad y el estilo tienen que ver, como con cualquier otro vino, con la variedad, la calidad de las uvas y con su método elaboración. Se pueden elaborar rosados con muchas variedades, pero siempre son vinos con color y por tanto, aunque también pueden tener un porcentaje de uvas blancas, las tintas son imprescindibles y las protagonistas principales. Algunas de las más populares son Garnacha, Tempranillo, Merlot o Cabernet Sauvignon. Según las uvas empleadas, los aromas florales, frutales y herbarios serán también distintos.
En general son vinos con vocación de ser vivos y frescos, donde la acidez y los aromas son clave. Por tanto las mejores uvas para rosados se cultivan en zonas frescas donde se conserva bien la acidez. En viñedos más templados o de regiones más cálidas, las uvas para rosado se vendimian habitualmente antes de las que se reservan para los tintos, precisamente para asegurar ese frescor y acidez.
En la elaboración de los vinos rosados, 3 son los métodos más relevantes que van a determinar el estilo general:
- El prensado, llamado también el estilo Provenzal, que produce vinos muy pálidos y frescos.
- La maceración corta o “sangrado”, lo que se conoce también como “Vino de Lágrima”, que da lugar a vinos con más color e intensidad aromática, típico de los rosados navarros.
- La mezcla o coupage: también llamado “Clarete”, un método tradicional pero que no siempre está admitido en ciertas denominaciones de origen y regulaciones.
En el Método de Prensado, las uvas recién llegadas a bodega se prensan directamente. Habitualmente se utilizan prensas neumáticas que permiten regular la intensidad del proceso, cuanto más ligero y rápido sea el prensado, más claro será el color del vino y cuanto más lento e intenso, el vino tendrá más color. Previamente las uvas se pueden despalillar o dejar con el raspón o racimo entero, lo que aportará algo más de tanino y estructura al vino. Posteriormente, el mosto prensado se fermenta en depósitos de acero inoxidable y a temperatura controlada, similar a la de los vinos blancos, para preservar el frescor y los aromas de la fruta. Este tipo de elaboración es muy frecuente en los vinos de la Provenza francesa y produce un estilo de rosados pálidos y ligeros cada vez más popular.
El Método de la Maceración Corta consiste en que las uvas (o los racimos enteros) se maceran durante un periodo de tiempo antes de la fermentación. El tiempo puede variar desde unas pocas horas hasta un par de días. En función de la variedad de uva (si es de piel más o menos gruesa, sus aromas y su nivel de madurez) y del tiempo de maceración, el mosto resultante tendrá más o menos intensidad de color, aromas y taninos. Una vez terminada esta fase, el mosto se extrae por gravedad del depósito y el resto de las pieles se prensa muy suavemente para extraer el líquido restante, que podrá ser añadido o no –según el estilo final del vino- al mosto de Lágrima. Este mosto se fermenta, de una manera similar al vino blanco, preservando los aromas y el frescor. Se obtienen rosados con un color más intenso, más tanino y mayor concentración aromática. Los rosados clásicos de Navarra o Rioja, son ejemplos de este estilo.
Una variante de este método es la técnica del “sangrado” o “saignée” (en francés). En este caso, el punto de partida es un mosto destinado a elaborar vino tinto que se extrae por sangrado (gravedad) del depósito en las primeras horas de la maceración de las pieles. Esto se hace en ocasiones, en la elaboración de vino tinto cuando se desea concentrar más el mosto de las uvas tintas. Este mosto extraído al principio de la maceración, ha adquirido algo de color, pero no suficiente para ser un tinto, y por tanto se destina a elaborar rosado. En términos generales, y aunque hay excepciones, este tipo de elaboración produce vinos rosados de menor calidad. La razón es que, originalmente se hace con uvas que estaban pensadas para hacer vino tinto, que se han vendimiado más tarde y con mayor madurez, presentando menor frescura y carácter típico para un rosado afrutado.
Por último, tenemos el Método de la mezcla o coupage que básicamente consiste en mezclar una pequeña parte de vino tinto con un porcentaje mayor de vino blanco, para obtener un vino de color rosado. Este proceso de elaboración no está permitido en muchas denominaciones de origen y regiones de España y Europa, aunque se sigue practicando. Es una manera de aprovechar excedentes de vino, pero la calidad de los rosados resultantes es baja. Lo que llamamos clarete en muchas zonas, se elabora de esta manera. También puede elaborarse vino clarete con uvas o mostos tintos y blancos que fermentan conjuntamente. En este caso, la calidad del vino final es mayor, se considera que como mínimo debe haber un 25% de uvas tintas, pero el porcentaje final depende de las normativas de distintas zonas y de las variedades de uva.
De manera complementaria a estos métodos de elaboración, en el caso de los rosados casi secos (off dry) o semi secos de mayor calidad, el dulzor se consigue interrumpiendo el proceso de fermentación antes de que se consuma todo el azúcar del mosto, de manera que el vino conserve parte de ese azúcar natural de la uva. En las elaboraciones más simples, el dulzor puede ajustarse al final, añadiendo mosto rectificado u otro componente dulce al vino ya hecho.
Una vez elaborados, los vinos suelen guardarse hasta su embotellado en depósitos de acero inoxidable, protegidos del oxígeno en atmósfera inerte para mantener el frescor y carácter afrutado que los caracteriza. Algunos rosados de mayor calidad o carácter, pueden dejarse un periodo en sus lías, que les aportará un poco más de textura y cuerpo. Y un porcentaje muy pequeño de rosados, se pueden criar en barricas de roble para ser vinos de guarda, llegando a ser vinos muy singulares, de gran calidad y muy solicitados por las personas que los conocen.
Como resumen: las variedades utilizadas, las opciones de elaboración, la conservación y maduración de los vinos, nos ofrecen una paleta de estilos y calidades más variadas y atractivas de lo que parece a primera vista, abarcando desde las versiones más desenfadadas hasta vinos sofisticados y elegantes. Todo ello posibilita que en cualquier época del año los vinos rosados sean una muy buena opción a tener presente.
Además, la tendencia cada vez mayor hacia el consumo de vinos más frescos está haciendo que la oferta de los rosados sea cada vez mayor. Es por ello que te invitamos a que incluyas estos vinos en tus opciones de consumo, si no lo haces ya…
¡Seguro que conociendo un poco más sus secretos, podrás disfrutar más de los vinos rosados !
By Teresa Guilarte – Artean Wines