El vino y el cambio climático: coupage de desafíos y oportunidades

Mas allá de cuáles sean las causas, es innegable que el clima en nuestro planeta está inmerso en un cambio que también está dejando su impronta en la industria vinícola. Los viñedos de todo el mundo están experimentando cambios cuyo impacto en la producción y calidad del vino implica nuevos desafíos y, para determinadas zonas productoras, renovadas oportunidades.

La carencia de agua y otros fenómenos metereológicos extremos (granizo, olas de calor, heladas de primavera, sequías) son cada vez más frecuentes, con el consiguiente impacto en el desarrollo de la vid. Adicionalmente el cambio climático está añadiendo más incertidumbre a la decisión, siempre critica, de determinar correctamente el momento en el que las uvas deben ser vendimiadas, decidir cuándo presentan el equilibrio necesario entre su nivel de azúcar, su grado de acidez y la maduración fenólica que faciliten el trabajo del enólogo.

El continuo aumento de las temperaturas esta provocando que la maduración de la pulpa de las uvas esté teniendo lugar de forma más rápida y en épocas cada vez mas tempranas. La consecuencia directa es el aumento de los niveles de azúcar y la consecuente mayor graduación alcohólica de los vinos finales. Esto además de que puede afectar a la elegancia y al equilibro de ciertos estilos de vino (Borgoña, Rioja), puede resultar contraproducente en mercados que cada vez demandan vinos con menores graduaciones alcohólicas.

Un componente esencial en la estructura y potencial de longevidad de un vino es su nivel de acidez. En este caso el cambio climático esta afectando de diferente manera. En las regiones más cálidas (Chianti, Burdeos…) ven diminuir el nivel de acidez de sus uva al acelerarse los procesos de maduración, por contra en las regiones más frías (Inglaterra) una mayor temperatura les da la oportunidad de lograr que el alto nivel de acidez de sus vinos se equilibre más fácilmente con la mejor maduración de sus uvas.

Lograr que las uvas de una determina variedad aporten a sus vinos el color, los aromas, sabores y taninos óptimos depende en gran medida de que la maduración fenólica de la piel y las semillas se produzca de forma lenta y en el nivel correcto. En este sentido, las mayores temperaturas pueden hacer que los aromas y sabores pierdan frescura, sutileza y se vuelvan más compotados en zonas ya de por sí cálidas (California, Penedés…) y, en contraposición, que los vinos de las regiones más frías (Alsacia, Alemania) puedan ganar en intensidad, concentración y complejidad.

A los productores de zonas vinícolas tradicionales como Rioja, Burdeos, Toscana o California el cambio climático les está forzado cada nueva añada a optar por vendimiar de forma anticipada. Con ello evitan que sus vinos presenten excesivo alcohol y pierdan acidez, lo cual deberán balancear con el riesgo de que sus vinos puedan ser más vegetales, herbáceos y carentes de aromas frutales y florales y, en el caso de los tintos, con menor color, mayor astringencia y sequedad de los taninos. Por contra, en regiones más frías (Inglaterra, Suiza…) las nuevas condiciones meteorológicas están ofreciendo a los productores mejores oportunidades para elaborar vinos más equilibrados y atractivos para el consumidor que en épocas anteriores.

El vino, y las personas que lo elaboran, tienen tras de sí siglos de cambios y adaptación a dichos cambios. Es por ello que las nuevas condiciones climáticas están retando a nuevos esfuerzos y desarrollos que permitirán que la vid siga formado parte del acerbo cultural y económico del ser humano. Pero sin duda también nos ofrecerá la oportunidad de contar con nuevas caras y perfiles de vinos de los cuales poder disfrutar, siempre y cuando estemos dispuestos a dejar de lado nuestros prejuicios y “a prioris”.

By Josean Martin  (Artean Wines)

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