Evoluciona como winelover, bebiendo y entendiendo el vino
Al hablar de vino con personas a las que no les gusta, o que reconocen que no saben de vino, ocurre que se les trata de convencer de que tienen que aprender algunas nociones para empezar a disfrutarlo. ¡Nada más lejos de la realidad!. Igual que no necesitamos saber cómo se ha rodado una película o compuesto una música para disfrutar de ellas, podemos gozar con una copa de vino sin conocer sus intríngulis.
El vino en un primer momento llama la atención de nuestra pituitaria, avanza seduciendo nuestro paladar y terminar activando nuestras endorfinas para transformarnos en sus amantes. Es quizá en este momento cuando queramos conocer más sobre el vino y busquemos evolucionar como winelovers.
Por dónde empezar…
Lo más habitual es comenzar por intentar identificar los aromas y sabores que un vino nos ofrece. Es divertido, pero en ocasiones puede resultar frustrante si no somos capaces de percibir todos aquellos aromas que una persona entrenada puede describir. Otra forma de empezar a entender el vino, es conociendo e identificando los elementos básicos que nos permiten descifrar el líquido que tenemos en nuestra copa y que, en gran medida, son los que hacen que podamos estar delante de un gran vino o de otro mediocre.
La uva es la materia prima del vino, por lo cual la uva proveerá: los aromas y sabores de fruta, la acidez y, los taninos (en los vino tintos). Cuando fermentamos la uva, lo que ocurre es que el azúcar que contiene el mosto, se transforma en alcohol. Si no se completa la fermentación, podemos tener cierta cantidad de azúcar residual el vino.
Por lo tanto, cuando bebas un vino trata de identificar la presencia de estos 5 elementos estructurales y cómo los mismos se manifiestan:
- Fruta (aromas y sabores): Cada variedad de uva ofrece aromas y sabores de fruta diferentes, lo importante es identificar la mayor o menor presencia de la fruta. Otros muchos aromas (florales, herbáceos, especias, tostados, madera, etc) se pueden identificar en el vino. Algunos de éstos no provienen de la uva sino del proceso de elaboración o del tipo de crianza que haya tenido dicho vino. Además de la práctica, la sensibilidad de cada persona puede variar, por lo que si sólo percibes la fruta o no tienes claro de qué tipo de fruta se trata no “desesperes” con el tiempo iras desarrollando tus habilidades de cata y tu propio mapa de aromas.
- Acidez: Comprueba si el vino te hace salivar mucho o poco y si te provoca una sensación punzante en las zonas laterales de la lengua, esto será la forma de identificar la mayor o menor acidez. Los mejores vinos siempre tendrán una buena acidez, sin que llegue a ser demasiado “agresiva”.
- Taninos: Cuando catamos un vino tinto tendremos una sensación de astringencia y sequedad en la boca, más o menos pronunciada y/o aterciopelada, que es provocada por los taninos. En términos generales los vinos blancos no presentan esta sensación pues en su proceso de elaboración se evita que los taninos pasen al vino. Este elemento es esencial en el caso de vinos tintos que se quieran guardar largo tiempo.
- Azúcar: La mayor parte de los vinos son secos, pero los hay que se han elaborado dejando una cierta cantidad de azúcar residual. Es la punta de nuestra lengua donde percibimos el dulzor, en unos vinos será muy evidente y en otros, más sutil.
Alcohol: Además de fijarte en lo que se indica en la botella, lo percibirás por la mayor o menor sensación de ardor que el vino te provoque en las encías y en la garganta. Este elemento influye notablemente en la textura y el cuerpo de un vino.
Como seguir…
Como si de un diamante se tratará, el vértice central lo ocupa el cuerpo del vino, que es la sensación de textura creada por el vino durante su paso por la boca. Esta impresión es creada por todos los elementos estructurales interactuando entre sí.
El alcohol es el principal factor que contribuye al cuerpo. El azúcar y los niveles altos de taninos también “añaden” cuerpo al vino, al igual que cuando los aromos y sabores son intensos. Sin embargo, la acidez alta hace que un vino se sienta más ligero y con menos cuerpo, equilibrando el conjunto.
El vino debes olerlo además de beberlo, pues hay aromas de fruta y flores que los percibirás de forma más pronunciada en la nariz. Sin embargo en la boca es donde las características de especias, terrosas y tostadas se hacen más patentes.
Por último no te olvides del final del vino, si después de tomar un sorbo y soltar un “speech” a tu acompañante, aún percibes las sensaciones agradables del vino en tu boca, estás disfrutando de un vino con un final largo. Por contra, si a los pocos segundos de beber el vino (5 ó 10) esas sensaciones han desaparecido, su final será corto. En todo vino de gran calidad los sabores tendrán una duración de uno o más minutos.
By Josean Martín – Artean Wines